Carmen llegó una mañana de Enero.
Era una de esas gélidas mañanas del invierno madrileño con su cielo alto y despejado.El sol asomaba por el horizonte de edificios y antenas,luminoso,redondo,incandescente, resplandeciente como un sol de verano si no fuera por los pocos grados de temperatura con que amanecía aquel día.
Era una de esas gélidas mañanas del invierno madrileño con su cielo alto y despejado.El sol asomaba por el horizonte de edificios y antenas,luminoso,redondo,incandescente, resplandeciente como un sol de verano si no fuera por los pocos grados de temperatura con que amanecía aquel día.
Él la esperaba impaciente en una cafetería con grandes ventanales a la calle Fuencarral.
No recuerda cómo la vio entrar, no recuerda apenas lo que tomaron ni de que hablaron ,sólo que no podían dejar de mirarse.
Se miraban,como dos niños risueños ,de arriba abajo , y cuando se chocaban con los ojos se entretenían un momento, como sí necesitarán reconocerse una vez más.
Paseaban,mientras conversaban, la mirada por sus rostros tan conocidos,tan rememorados durante años en la memoria, y ahora, esos mismos rostros, iguales pero distintos, cambiados por el paso del tiempo, cargando a la vista con la misma sensación , la misma cercanía,la misma familiaridad, la misma ternura .
Paseaban,mientras conversaban, la mirada por sus rostros tan conocidos,tan rememorados durante años en la memoria, y ahora, esos mismos rostros, iguales pero distintos, cambiados por el paso del tiempo, cargando a la vista con la misma sensación , la misma cercanía,la misma familiaridad, la misma ternura .
Disfrutaban con cierta timidez aquella insustancial conversación. Pequeños detalles sobre la familia,sobre los amigos en común,sobre el trabajo..Era difícil ponerse al día , se atropellaban en un remolino de preguntas, de respuestas, saltando de tema de aquí y de allá. Una conversación como las de antes, llena de silencios, de pequeños gestos, de risas contenidas, esas risas tontas que se te ponen en la boca con la alegría del reencuentro.
Apuran sus cafés, todo es tan conocido y cotidiano que él ,de la forma más natural y sin pensárselo ,le pregunta sí quiere subir a su casa. Y ella dice que sí, que claro que sí.
Carmen ya había estado muchas veces en aquel apartamento ¡hacía tantos años de eso! pero seguía casi todo igual . Era un sexto sin ascensor, con grandes balcones a la Glorieta de Bilbao, sus techos altos de vigas vistas, su piso de madera crujiente con su olor a antiguo, a vetusto.El salón, acogedor y luminoso, se transformaba al ritmo de los caprichosos rayos del sol,en una estancia mágica,con miles de destellos dorados bañando los muebles, las paredes, las figuritas , los libros..todos sus libros.
Nada más cerrar la puerta se quitan despacio los abrigos y no hablan. Se quedan un momento observándose a cierta distancia. Luego empiezan a acercarse despacio, hasta que simplemente se abrazan.
-¿Es esto lo que necesitabas? - le susurra ella al oído , mientras se aprieta un poco más a su abrazo y apoya la cabeza en su hombro.
Entonces él lanza un leve suspiro y también la abraza un poco más fuerte, mientras acaricia su pelo y su cuello.
-Si, te he echado tanto de menos.
Y así se quedan , plantados como una figura única en medio del salón , la respiración acompasada, el tibió calor del otro, el olor del otro, ese contacto tanto tiempo añorado.
Y se abandonan un poco, se entregan otro poco, a la ternura, al dolor de la excesiva ternura, mientras el tiempo se congela y queda suspendido a su alrededor en un gesto cómplice.
Y se abandonan un poco, se entregan otro poco, a la ternura, al dolor de la excesiva ternura, mientras el tiempo se congela y queda suspendido a su alrededor en un gesto cómplice.
"El amor es algo así como volver a casa después de un largo, largo viaje"
Piper .OTNB
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