domingo, 10 de enero de 2010

Asepsia


Abro el grifo y dejo que el agua caliente corra delante de mis ojos .Sin prestar demasiada atención cojo un cepillo jabonoso y tras una breve pasada de mis manos y mis antebrazos bajo el hilo de agua comienzo a frotar, primero la palma de mis manos, luego los dedos, uno a uno, luego subo hasta mis muñecas y mis codos, y observo como la capa de jabón se va convirtiendo en una película de espuma templada, y así una y otra vez, por ese orden, hasta que vuelvo a pasar mi manos y mis antebrazos debajo del grifo y la espuma desaparece, para volverme a enjabonar. Todo muy despacio, sistemáticamente, mientras mi cabeza entra en un estado casi catatónico, donde no existe pensamiento alguno, sólo el cepillar, enjabonar, teniendo cuidado de separar el cuerpo y mantener las manos arriba. Paso una última vez mis manos bajo el grifo y me aseguro que no queda rastro de jabón .Me entretengo un rato y dejo que el agua templada me escurra hasta los codos mientras me froto las manos la una con la otra y miro el aspecto rosáceo de mi piel.Noto mi respiración bajo al mascarilla que se ajusta a mi nariz, y siento la goma del gorro de tela que me aplasta el pelo, y sopeso si estoy cómoda.Entro en la sala contigua dando una patada a la puerta, con las manos a media altura y separadas del cuerpo. Hilos de agua van goteando hacia al suelo y no me importa.
Escucho gente que habla y que se mueve de aquí para allá en una tarea frenética.
Ahora solo me concentro en mis brazos mojados y el agua que cae de ellos goteando a cámara lenta sobre mi sueco de plástico.Alguien me acerca una bayeta de papel y me seco, muy despacio, primero la palma de las manos, luego los dedos, uno a uno, las muñecas.Doblo la bayeta y repito los movimientos siempre en el mismo orden.Ya tengo la bata en las manos, me visto mientras una persona se coloca a mi espalda y me ata con dos nudos, uno en mi nuca y otro a la cintura. Me desabrocho el nudo que queda a la altura de mi ombligo y dando media vuelta lo anudo de nuevo sobre mi cadera izquierda.La persona que está frente a mí me presenta un guante abierto a la altura del pecho,lo sujeto con dos dedos e introduzco en él mi mano abierta, con un fuerte empujón hacia abajo. Repito la operación haciendo lo mismo con la otra mano.
A estas alturas ya miro, pero no veo, oigo, pero no escucho. Me acerco a la fuente de luz intensa que proviene del techo y me coloco debajo.
Huele a desinfectante y a ese olor dulzón de la piel del cuerpo desnudo que se extiende frente a mí.Sujeto en mis manos una batea con un líquido marrón intenso y comienzo a pintar primero con trazos verticales y luego centrífugamente el trozo de abdomen que se eleva sobre la mesa cual colina inerte,aunque esta vive, palpita y se mueve lentamente con el ritmo de la respiración.
Varias personas se apresuran a taparlo dejando una ventana de marcos verdes y asomando por ella una forma redondeada que distingo como un ombligo humano que ha quedado en el medio.
Aprieto con fuerza el bisturí helado entre mis dedos a modo de lápiz y presiono con fuerza sobre la piel hasta trazar una línea profunda que abre en ella una herida limpia y de bordes simétricos, entonces una fina película roja comienza a brotar.El intenso color rojo me embarga de un éxtasis adrenérgico que por un momento me saca de mi ensimismamiento.
Comienzo a sentir como laten mis sienes a medida que profundizo en la herida y distingo ahora músculos que desgarro, ahora grasa que quemo y me sigo abriendo paso hasta que casi caben mis cinco dedos en la herida, allá abajo veo el intestino moviéndose a través de ella.
Siento un pinchazo de placer que me recorre la espalda y que comienza justo debajo de mi primera vértebra dorsal.
Introduzco la mano entera hasta el codo y me abro paso entre las vísceras hasta que llego al hígado. Deslizo mis dedos por la superficie de ese órgano caliente y húmedo, y la intensidad de la excitación alcanza ahora mi pecho, donde late mi corazón con fuerza.Mi respiración se hace más profunda y la sangre por mis arterias corre impulsando un deseo intenso que no puedo definir.Es miedo y es abismo.Y comienzo a sudar .Me brillan los ojos con una intensidad felina y tengo la mirada turbia de deseo, de sangre y sudor.

Debajo de la mascarilla juraría que sonrío.




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