martes, 12 de enero de 2010

El juego del tren


-¡Ey ,chavales hagámoslo de nuevo!-gritó"el flaco" dando un pequeño saltito.
El chaval del flequillo le miró con ojillos burlones mientras se apartaba el pelo de la cara.
A su lado, otro muchacho con la cara llena de granos sorbía a ratos una lata de coca-cola , y hacía como si la cosa no fuera con él.
-Venga Marcos, ¿que pasa, que no hay huevos ?
El "flaco" era un tipo desagradable de mirar, alto y con el pecho excavado, los hombros sobresaliendo como picos debajo de la camiseta.Acostumbraba a llevar siempre un chandal raído que arrastraba por encima de las zapatillas de deporte y que dejaba asomar los calzoncillos por el trasero.Llevaba el pelo rapado a cepillo excepto los cuatro pelos que se había dejado sobre la frente engominados a modo de pinchos.
El chaval del flequillo se llamaba Marcos, era un niño bien de Madrid que pasaba los veranos en el pueblo en casa de sus tíos. Se las daba de jefecito de la pandilla, porque venía de la capital y a los otros aquello les seguía impresionando. Era bajito y enclenque y con la mirada turbia de los que se saben inferiores físicamente y que no pierden ocasión de humillar con su palabrería de colegio privado a alguna presa fácil y débil ,y así hacerse notar en la pandilla. Una forma como otra cualquiera de ganarse el respeto , que tal vez de otra forma, le hubiera sido negado.

-Venga flaco, no seas vulgar-dijo Marcos, mientras se levantaba y miraba hacia el cielo, luego hacia su reloj y luego hacia la carretera que serpenteaba hacia el pueblo.

Unas nubes dispersas blanqueaban el cielo que comenzaba a ponerse de todos los tonos de naranja.

-Es tarde-dijo el muchacho de la coca-cola. -Yo me voy a casa.

-Venga hombre, si todavía queda por pasar el último de hoy, y ese siempre va a más velocidad.Tengo 50 euros que me ha dado mi abuelo, ¿ nos los jugamos?-volvió a insistir el flaco.
-¡Venga chaval, será por dinero! ¡Eres un muerto de hambre!- le espetó Marcos. Y dió media vuelta para irse.
-¿A que te parto la cara? ¡Puto niño rico de la capital!. ¿Prefieres que lo hagamos por María?Que se te cae la baba, ¿te crees que no te he visto?
A Marcos se le puso la cara roja de ira. Se dio la vuelta y miró al flaco a los ojos .El flaco se reía con un a risa tonta y a destiempo, y seguía dando saltitos apoyándose en un pié y en el otro.
Vete a tomar por culo-dijo Marcos. Lo voy a hacer para demostrarte que esto lo hago yo sin necesidad de jugarme nada, chaval. Que parece que en este pueblucho no hay más diversión que esta. Sois penosos si pensáis que sois unos valientes , no valéis una mierda.
-Venga, venga...vamos, pijo mamón. ¿A ver si es verdad?

Se acercaron a las vías y miraron a lo lejos. Luego miraron sus relojes.El flaco dijo que el suyo era el de fiar, que siempre lo cronometraba con el de la estación y que no fallaba. Según sus cálculos faltaban unos 10 minutos.
Se colocaron uno al lado del otro, y esperaron.No hablaban y parecía que se encomendaban a algún extraño rito de despedida. El flaco tenía las manos entre las piernas y no paraba de abrir las y cerrarlas con un gesto nervioso.
De repente comenzó a notarse la vibración en las vías. Primero era un temblor mínimo y temeroso, luego se hizo más intenso e iba acompañado del ruido del tren que se acercaba a unos poco kilómetros de allí.
El flaco comenzó a reirse nerviosamente.
Valor cabrones-jajajajaj-no os levantéis eh, cagones!!-gritaba mientras los otros permanecían sentados en la vía a su lado y él les agarraba con una mano.
El ruido del tren empezaba a hacerse ensordecedor, ya se le veía acercarse como un animal de hierro y acero en su enloquecida huía hacia adelante.Ahora los tres chicos se reían y permanecían sentados en al vía cuidando de no tocarse entre ellos.Era un ritual aprendido y cada uno sabía perfectamente donde colocarse. Muchas, tal vez demasiadas, habían sido las tardes en las que los muchachos de ese pueblo se habían jugado su honor en aquellas mismas vías .Ahí estaban, tres figuras tensas, apretando los labios en una postura algo fingida y artificial.Se agarraban las piernas y todo el cuerpo se agazapaba en una tensión adornada de seguridad.
Mientras, el tren seguía su marcha, implacable y terrible, cabalgando como una máquina de muerte por la vía.Ya estaba muy cerca, cada vez más cerca, cada vez más ruido...El primero en levantarse cuando todavía quedaba mucho ,fue el pequeño chaval de cara acnéica. Tenía los ojos como platos y salió corriendo hacia la carretera. Marcos y el flaco permanecieron sentados y se miraron un momento a los ojos. El flaco se reía a carcajadas, y Marcos jadeaba como si tuviera un ataque de asma.El tren estaba a menos de doscientos metros de ellos y Marcos hizo un amago de levantarse. El flaco lo miró triunfante. Ya tenían el tren encima, Marcos dando un salto se echó a un lado justo a tiempo, y el flaco hizo lo mismo.
De repente todo se paró como en una película, el pantalón del flaco se enganchó en una piedra, y él lo miró un instante como si todo ocurriera a cámara lenta. Lo siguiente fue sentir su cabeza girando a gran velocidad. Un remolino que no podía parar y que acabó con sus ojos fijos en un cielo púrpura.Luego el silencio y una gran oscuridad.
Su cuerpo impactó de lleno con el frontal del tren.Las ruedas le seccionaron el cuello de un tajo. Su cabeza salió despedida y giraba en el aire como un trompo.
Marcos no lo vio.Estaba demasiado concentrado en mantenerse en pié tras el salto. Cuando se giró de nuevo ya la tenía encima. La cabeza del Flaco era un proyectil de carne y hueso que se precipitaba con los ojos desorbitados sobre él. Un tremendo balón de fútbol que se estrelló contra su cara y lo tumbó dejándolo inconsciente en el acto.
El chico de la coca-cola gritaba como un poseído. Tenía la cara llena de gotas de sangre y había restos del cuerpo del flaco esparcidos por todos lados.Se miró las manos y el pecho y vio los restos de carne que le salpicaban la ropa. Echó a correr por la carretera gritando y llorando.
El tren siguió su camino como una exhalación. Totalmente ajeno a su poder, y a la destrucción de su paso.
Luego se hizo el silencio. Pasaron unos pájaros sobre el cielo.
La tarde caía sobre los campos en un cielo púrpura.

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