Corro hacia el bar donde hemos quedado , llego tarde. He estado
toda la mañana como un loco intentando acabar antes en la imprenta, dejarlo
todo atado antes del almuerzo para poder comer juntos. Como siempre un
imprevisto, un capricho de ultima hora de mi jefe, un último retoque y aquí estoy, llegando tarde de nuevo.
Acelero el paso, sé que ella estará enfadada cuando llegue. -Otra
vez tarde –dirá.
Siempre pasando factura por cada hora, por cada minuto de más que
paso en la oficina y no con ella. Esa guerra sorda por mi tiempo, ese que no
estoy con ella.
Lo tengo asumido, lo se, es muy celosa y yo la excuso. No se lo puedo reprochar, es
mi culpa, siempre ha sido así, un poco celosa, un poco desconfiada ,un poco
posesiva.
Al principio eso me gustaba, si ,tal vez me gustaba, me gustaba
mucho que me celara, que no pudiera vivir sin mí, que contara las horas para
verme.
Pero ahora , ahora la situación se está haciendo insostenible,
me ahoga , no me deja respira, tener que estar justificándome continuamente,
haciendo una prueba de amor en cada gesto, en cada explicación.
Para ella nunca es suficiente, nunca son suficientes los “te
quieros”, no le basta, quiere más, quiere mi rendición, quiere mi total y absoluta
sumisión.
Le pertenezco hasta en el más mínimo de mis íntimos pensamientos.
A veces me sorprende ensimismado, simplemente estoy ahí tumbado, mirando el
techo o paseando la mirada hacia el infinito, me dejo llevar , solo eso. Y
ella, a mi lado, ahí está de nuevo,
mirándome, su pupila se me clava como un dardo -¿que piensas? –me dice.
Recuerdo cuando me divertía contestarle cualquier tontería -¿en
que voy a pensar? en ti mi amor, en nosotros -nos reíamos, le exageraba los “te quiero", los “te adoro” “hasta el
infinito y más allá “decía. Tontas y almibaradas cantinelas de enamorados. Pero
ahora, ahora es diferente, ya no se qué decirle, nada le basta. Me angustia,
me desequilibra, soy un equilibrista precario que se tambalea en la cuerda, esa
cuerda que se tensa y destensa entre la
angustia de su presencia y a la vez de su
ausencia.
La quiero, eso seguro, la deseo, la necesito, no puedo vivir sin
ella. Pero a su lado me siento pequeño, minúsculo, sólo soy algo y recobro la dignidad si tengo su aprobación.
Sólo entonces.
Esta tarde la he notado especialmente crispada al teléfono, me
pedía insistentemente que saliera antes, que era importante.
Llevo un nudo en la garganta, reflexiono que ha podido pasar,
repaso mis últimas horas en el trabajo, la tarde de ayer, algo que dije, alguna
cosa inoportuna, algo que hubiera pasado esta mañana, algún cambio que ella
haya notado y yo, despistado, pasara por alto. No sé, he estado toda la mañana
en la imprenta, no me he movido de allí. No entendía su tono amenazador. Mi
móvil, no ha podido ser eso, lo he tenido encima todo el tiempo. Últimamente
está obsesiona con mi móvil, cada
mensaje que llega, cada llamada la sobresalta, me supervisa mientras lo uso, me
mira de reojo y lanza encendidas indirectas si lo miro en la sobremesa más
tiempo del que ella considera necesario -estás enganchado a ese trasto -me
dice. Sospecho que lee mis mensajes, que mira mis llamadas pero no quiero
saberlo. No quiero saberlo.
Ya llego, respiro
angustiado, la veo de lejos, ahí sentada en nuestra mesa de siempre, es tan
guapa, tan sexy, me aprieta una garra el pecho.
Me muero por abrazarla, por
besarla en el cuello mientras la huelo, una vez más, como tantas veces y no me
canso nunca de su olor, de su sabor. Me muero por estar con ella, por dormir con ella, por
despertarme abrazado a su cuerpo.
-Hola, mi amor -digo mientras me quito el abrigo-¿qué tal?.
Ella me mira , sus ojos están tristes, pero su gesto es agrio, distante.
Me besa en la mejilla con desgana y me aparta cuando intento abrazarla. Me
tenso un poco más, trago un poco para sobrellevar el nudo en la garganta.
No pasa nada me digo, ha
tenido un mal día en el trabajo, haré lo de siempre, le diré muchas veces que la
quiero, lo mucho que la quiero, lo feliz que me hace, lo que la necesito, lo
especial que ella es para mí por encima de todas las mujeres que he tenido
nunca. Sí, eso haré, luego, cuando esté más tranquila, la abrazaré de nuevo,
apoyaré mi nariz en su cuello y le susurraré cuanto la quiero. Así sentirá lo
que yo siento, este calor en el pecho, este que siento yo, no tendrá dudas
cuando me mire a los ojos, estos ojos de tonto enamorado. Será fácil, sí, será
fácil .Todo saldrá bien, ella
me quiere, yo sé que me quiere, lo
sé, y me perdonará, me perdonará una vez más .
¡Bienvenida de nuevo Oliva! Me alegra saber que vuelves a escribir, tu historia me ha dejado con ganas de más. Un saludo.
ResponderEliminarGracias anónimo..habrá más , no se si de esta historia , pero I'm back..
ResponderEliminarUna pena que hayas dejado de escribir, ¡con lo que te gustaba!. Espero leerte de nuevo algún día. Un saludo.
EliminarUf! Qué pereza de secuestro amoroso. Mejor solo...
ResponderEliminar(me ha saltado un pop-up de publicidad al darle al botón de comentar, y eso no me pasa con los otros blogs... ¿¿??)
Si, estoy de acuerdo..mejor sol@..
ResponderEliminarGracias por el aviso de la publicidad, pero, no se como se quita..
Un saludo.
Te sigo!
Deberías publicar algo mas y saciar nuestra curiosidad. Nos hemos quedado como que falta algo...
ResponderEliminar